En realidad, lo que la mitología busca en su afán de sistematizar, clasificar y reducir a patrones culturales humanos en su sentido primigenio, es revestir con un patrón científico cada una de las formas precisas en que la culturas humanas, desde la concepción de civilizaciones puras al estilo en que Toynbee las define, esto es, desde un punto de vista macro civilizador o supracultural comparativo, frente a la exégesis de temas en puntos y tiempos distantes entre sí que emplea Frazer, en una aproximación a la magia y religión como elemento unificador del mundo de las creencias. Revertir el mundo de lo simbólico en lo real, hacer una historia de la filosofía desde una perspectiva etnológica no nos es válido para hacer casual la pura dimensión espiritual de lo humano. Este desguace inválido de la condición humana desde el albor desconocido de la creencia, de la suposición de lo común cultural, de tratar de hallar las claves que hicieron de lo antagónico y lo semejante las bases del patrón de conducta de lo humano como conjunto se desmorona, si pensamos en dar ahora a lo científico la explicación mítica que hace posible su comprensión por la totalidad del conjunto humano.