en ese país
donde alguna vez vivimos
como dos rupias de oro
en las manos de un esclavo
no fuimos más
que ángeles narcotizados
por una marea negra
ahora te desvaneces
como una palabra pérdida en la memoria
o el nombre de un corsario que una vez supiste
y ya no
así que tú mientras
en algún otro lugar
eres una aparecida
a la que ponen velas blancas
por la que queman incienso
y comparten la maría
en atestados campos de mangos
con el único empeño
de verte feliz
o eso pretenden
mientras allá adonde voy
fallecen los abedules
uno tras otro
para que permanezcas
y en ese empeño
ya haría por cantar
una saga eslava entera
-sin parar-
si quisieras.