Tenía que llamarse Vladimir Mijáilovich
Komarov
casi Kamarada
porque para enfrentarse a un destino trágico e inútil
Vladimir es un nombre adecuado
para recibir medallas póstumas
homenajes
para que le den tu nombre a un asteroide
y a uno de los buques de seguimiento espacial de la Unión Soviética
y también a la escuela de pilotos militares de Yeisk o
sí
a un cráter lunar.
y también para que avispados aficionados a los cohetes en Liubliana, Eslovenia
decidan llamarse el “ARK Vladimir M. Komarov”
o para que
la Organización francesa Fédération Aéronautique Internationale’s hicera un Di-plo-ma llamado V.M. Komarov en su honor
pero no merecía una estrella,
ni darle su nombre a un planeta
-aunque fuera lejano-
pero sí a un simple trozo de tierra
de los que vagan
inertes
por el espacio
pero
nadie merece saber
la opinión de Valentina
ni nadie
merece saber
cuántos días lloraron
Yevgeni
e Irina
porque nunca podrán volar
tan alto
como
el camarada
Komarov
ya nunca