Pero últimamente, desde que hablé con Virginia, le doy vueltas al texto de Juan y a la versión de Rafael Muñoz, y me pregunto qué fuentes utilizaron, cómo compusieron el texto.
Juan leía a Alejandra Pizarnick desde hace años. Unas ediciones que venían de Buenos Aires, sin licencia de ningún tipo y pobre encuadernación. Un papel que se iba ajando a cada lectura y que me imagino que ahora habrá amarilleado en algún estante en la casa de su mujer. No sé si este tipo de rastreo merece la pena, si nos sirve para algo que vaya más allá de la satisfacción de la propia curiosidad. Pero al menos me ha servido para acercarme a los poemas de Pizarnick y disfrutar de su forma sincera de concebir el texto poético, de dilucidar lo que se anhela y fundirlo con la palabra escrita.
Un botón, de muestra.
MENDIGA VOZ
Una de las escenas de la ópera ‘Carmen’.
Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.
En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.
Sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra
Por cierto, lo que nos interesa del tema de las fuentes de Juan Midnight se aprecia claramente en los últimos versos. También Alejandra se pensaba como sombra, vacía, sin voz y aislada de todo y de todos.