fueron las gaviotas las que me levantaron temprano
casi amanecía
recogí las latas de cerveza de la terraza
y vacié el cenicero mientras observaba
cómo el océano iba clareando su color
unas barcas de pescadores
se arrimaron a la orilla
busqué con la mirada en el paseo
un bar abierto
dentro
las tres dormían
y salí a la calle
me crucé con un perro tuerto
que me miraba con su ojo ciego
con una señora que me dio los buenos días
y no supe qué contestar
el café me supo amargo
y pensé que la leche del día anterior
se habría agriado en la jarrilla metálica
hojeé el periódico
mientras bebía
el mundo seguía igual
en el mismo sitio
donde se había quedado
y encendí un cigarro
mientras volvía al hotel
caminaba despacio
como un hombre en vacaciones
no corría aire
y las banderas de la puerta estaban mustias
caídas hacia el mástil donde se sostenían
como el cuerpo sin vida
del vecino yonqui
que se colgó de su balcón en el barrio
cuando yo era un niño
y pensé en lo fácil
que era afrontar el destino
y apuré la última calada
mientras tosía
y supe que aquel día
lo pasaríamos bien
jugando con la arena